miércoles, 29 de abril de 2009

Momentazos musicales

Por primera vez (perdón por el silencio) y sin que sirva de precedente, un remix:

Tarantinorrrrrrrrrrrrr



Eclectic Method - The Tarantino Mixtape

martes, 28 de abril de 2009

Qué numerito...

En El Partido de los Martes tenemos algunos imprescindibles; los que nunca nos fallan ni nos decepcionan, y Nicolas y su pelazo están entre ellos. Señales del futuro (Knowing de título original, ahí la llevas) es una de tantas películas acerca del fin de la Humanidad, como castigo por todas las perrerías que el ser humano le ha hecho al planeta desde que Adán le toco la tetilla a Eva...

Obviando la indigna presencia en pantalla del oscarizado Nicolas, inmerso de lleno en la moda de afrontar su más que incipiente calvicie alargando su escaso cuero cabelludo hacia atrás, cual jovenzuelo, le película ofrece una teoría fascinantemente absurda acerca de la destrucción del planeta. John Koestler (Nicolas Cage), afamado profesor universitario, observa en una secuencia de números escrita por una inocente niñita hace 50 años, las fechas y coordenadas de grandes tragedias resueltas con numerosas víctimas. John llega a esta complicada teoría ciego de whisky (superando el reciente fallecimiento de su esposa), empezando a contar donde le da la gana y dejando números entre medio porque, directamente, no le valen. No contento con ello, descifra con gran astucia, que las últimos accidentes van a ocurrir allí donde vaya él, tócate los cojones.


EL MOMENTAZO: Nicolas, metidísimo en la causa del fin del mundo, descubre que las coordenadas del último desastre quedaron grabadas en la puerta del colegio en el que estudiaba la niña de los numeritos medio siglo antes (siguiendo las indicaciones de una viejuna con el coco ido de más de cien años, hay que tener valor). Ni corto ni perezoso, se planta en el citado colegio para mangar una puerta ("¿¿cuál será?? No sé...me llevo esta misma") y entregarse al rasca y gana en su garaje mientras el mundo se destruye. Pero él tranquilo, a lo suyo, con dos cojones...

viernes, 17 de abril de 2009

Kame...hame...JARRRRRRLLLL

Están, queridos lectores, a punto de leer la más feroz, ácida y dura crítica (de ahí la extensión) salida de la redacción de El Partido de los Martes. Dragonball Evolution. Mucho nos temíamos, con los primero spoilers, que la película no iba a ser del todo de nuestro agrado, como suele ocurrir cuando se adapta a la gran pantalla una serie o cómic de culto que ha marcado la infancia y adolescencia de toda una generación. Lo que no esperábamos en absoluto es la atrocidad perpetrada por James Wong, Ben Ramsey y compañía que, literalmente, han prendido fuego a los 211 números del mejor cómic manga de los 90 para, con las cenizas, hacer una bazofia de proporciones bíblicas. Lo mínimo que se le puede pedir a una adaptación cinematográfica es cierto rigor a la hora de plasmar en pantalla la idea original. Pues ni cierto, ni rigor, ni nada.

La historia de la película en sí, la clásica lucha entre el bien y el mal, va taladrando el cerebro de cualquier Gokumaníaco a medida que avanza el metraje. Un resumen: Goku vive con su abuelo Gohan, que le instruye en las artes marciales (hasta ahí, de maravilla). En el instituto (????) Goku conoce a Chi Chi, que guarda su habilidad para la lucha (????) en secreto, como el protagonista. El día de su 18 cumpleaños, Goku inicia la búsqueda de las Bolas de Dragón junto con Bulma (bueno, vale) para evitar que Piccolo, que lleva armadura y es ayudado por Mai (sí, Mai, la ayudante de Pilaf) las recopile antes. Para ello contarán con la ayuda del Maestro Roshi y de Yamcha, cuyo parecido con los personajes originales sólo se encuentran en la enferma mente de los anteriormente mencionados director y guionista.

El remate a una película que, obviando la vejación anal a la que ha sido sometida la idea original de Akira Toriyama, aburre lo que es una barbaridad, llega cuando Goku se transforma en el Oozaru. Lo que debería ser esto, un mono gigante con una capacidad de destrucción acojonantes, se queda en un bichejo que no llega a los tres metros, paecharlo, y que para colmo conserva el uniforme y no tiene rabo (no es que nos gusten los rabos, pero es que es su punto débil, ¡copón!).

Y si no hay calificativos (despectivos) suficientes para hablar del guión de esta patraña de película, qué decir de los 'efectos especiales'. ¿Cómo es posible, en nombre de Dende, que en pleno 2009 se haga semejante bazofia? ¿Es un homenaje a los tristemente desparecidos Power Rangers? Todo en esta puta mierda es JODIDAMENTE CUTRE. El radar del Dragón tiene toda la pinta de una GameBoy falsa de esas antiguas en las que sólo se podía jugar al Tetris... El maquillaje de Piccolo parecen haberlo hecho con plastilina (como sacado de un Celebrities de Muchachada Nui), el Donkey Kong de la SuperNintendo estaba mejor hecho que el Oozaru y ya lo de las ondas ki... ver a los protagonistas tirarse lucecitas de colores es ya para volverse loco, hasta las ráfagas de los juegos de PS2 están mucho más conseguidas. Los resoplidos y los "vaya tela" en la sala que seguían a cada demostración lo dicen todo. Vamos, que los FX dejan al Star Wars turco a la altura de Matrix Revolutions, por lo menos.

EL MOMENTAZO: Las conversaciones no se iban a quedar atrás en el cutrerío general de la peli, claro. Y Chi Chi, cuyo mayor mérito es llevar las mamellas apretadas a más no poder, se encarga de dejar claro qué tipo de personaje va a interpretar (chinita zorrona buenorra que se hace la dura pero que al final se acaba calzando el protagonista) en una de sus primeras intervenciones, soltándole a Goku sin venir a cuento un "no te creas que porque me llame Chi Chi soy tonta". ¿¿Pero que sinsentido es este??

Todo en esta película apesta. PUTA MIERDA. Y ya está.

lunes, 13 de abril de 2009

Rollazo de primavera

Street Fighter, la leyenda de Chun-Li. Sugerente nombre para un nuevo Partido de los Martes, y más teniendo en cuenta que los que esto suscriben se han dejado las huellas dactilares y parte de las retinas durante años haciendo hadoukens a cascoporro en consolas de 8 y 16 bits. Pero amigos, descubrimos con estupor que los genocidas que han usurpado el nombre de esta legendaria saga de lucha no han hecho más que coger un cartucho de ese mítico juego, tirarlo al suelo, pisotearlo y vaciar sus esfínteres sobre él.


El argumento, sin ningún sentido, da el protagonismo a Chun-Li (Kristin Kreuk), uno de los cuatro personajes que la película mantiene en común con el juego. El resto son Mr. Bison (sin el clásico traje rojo y la gorrita, rubio y con perilla), Balrog (que deja de ser un boxeador alto y más bien canijo para ser una mole a lo Shaquille O’Neal…al menos sigue siendo negro) y Vega (que aquí no es español, es chino, con dos cojones). Dicen que las comparaciones son odiosas, pero aquí lo único realmente odioso es el truño que nos han colado bajo el nombre de Street Fighter. En la primera película rodada sobre el juego se quiso caracterizar tan fielmente a los personajes que se llegó al absurdo, caso evidente de Blanka (para los no avezados en el juego, un bicho verde con una melenaca naranja… un cruce entre Alaska y el Increíble Hulk, vamos) pero es que en esta ocasión han decidido, literalmente, pasarse por el forro de los cojones al reparto original del juego. Y del argumento, ni hablar. Si le hubieran llamado ‘Hostias en Bangkok’ y la protagonista en vez de Chun-Li se llamara Pepa, ni al más friki se le ocurría un paralelismo entre esta mierda de peli y el juego en cuestión. Pa matarlos, vamos.

Mención especial merece la sobreactuadísima aparición de Chris Klein (uno de los individuos de American Pie), hipermotivado en cada uno de sus planos ante la nada despreciable presencia de Moon Bloodgood, probablemente lo único bueno de la película.

El momentazo: Y es que Street Fighter por no tener, no tiene ni momentazo, de ahí que destaquemos la cutrísima idea de dios sabe quién de utilizar a actrices chinas para representar a Chun-Li en su infancia y adolescencia y a Kristin Kreuk (CANADIENSE) en el grueso de la película...