lunes, 29 de septiembre de 2008

En busca de la credibilidad perdida

Podríamos decir que, al igual que Zohan, Wanted nos ha deparado una gran sorpresa en nuestro último Partido de los Martes. La película de Timur Bekmambetov (con ese nombre qué vamos a esperar) es un auténtico despropósito que pierde credibilidad a cada minuto, lo que la va convirtiendo en objeto de mofa por parte del público hasta ser, como ya hemos dicho, un auténtico partidazo.

James McAvoy es un perdedor que, sin saberlo, es el hijo de un asesino a sueldo miembro de una hermandad secreta que se dedica a arreglar el mundo a su manera, esto es, a base de balazos con efecto en el coco.

Angelina Jolie, en un triste proceso de Amywinehousización (esta mujer cada día está peor, aunque sigue siendo
ella), será la encargada de reclutar al prota para que Morgan Freeman (aka Kofi Annan) le desvele el secreto de la hermandad: un telar marca el destino de sus miembros, a través de un código binario traducido a través del método 'porque sí' que genera miradas de incredulidad entre los asistentes a la peli. "Mira, 000010010110, esto es una J, clarísimo..."

No menos absurda es la explicación que da Kofi Annan ("que soy Morgan Freeman, copón") a la sensación chunga que le entra al chaval cuando se pone nervioso y que le obliga a ir empastillado todo el día: "Es que a nosotros los de la Hermandad, cuando vamos a darle matarile a alguien, el corazón nos late a 400 pulsaciones por minuto". Si no hubieran cambiado rápidamente el plano para enfocar la cara de "¿pero tú que cojones me estás contando, Morgan Freeman?" del pibe protagonista habríamos visto al bueno de Kofi partirse la caja descojonándose, porque eso del corazón en modo colibrí no se lo cree ni él...

El momentazo: A medida que avanza la película se van sucediendo los momentos de grandeza (nótese la ironía) de la misma, pero en los primeros minutos del film, el prota suelta una frase genial a su obesa y déspota superiora: "Si no fueras tan hija de puta, nos darías lástima". Instante genial, comparable al que se produce minutos después cuando el mejor amigo de McAvoy, que se pincha a su
novia y le putea constantemente, reacciona desde el suelo, tras llevarse un par de buenas hostias, a un morreo de su amigo con Angelina diciendo: "Es el mejor, el mejor". (Sí, son dos momentazos, pero lo son).

La gerontofilia puede ser divertida...

Tremenda sorpresa la protagonizada por Adam Sandler y su película Zohan, licencia para peinar. En lo que a priori se presentaba como un bodrio nos encontramos como una gran dosis de humor, tal vez excesivamente borde en algunos momentos; pibones (espectacular Emmanuelle Chriqui); y unos secundarios de lujo como son John Turturro (sembrao) y Rob Schneider. Todo ello con trasfondo político incluido, lanzando un mensaje de paz entre los pueblos israelí y palestino. Ahí la llevas.

Un agente secreto del Mossad israelí finge su propia muerte y huye de su patria para cumplir el sueño de su vida: ser un famoso peluquero. Su descontextualización (cree que aún se llevan los pelazos de los años 80) y, porqué no decirlo, sus favores sexuales a sus clientas le convertirán en la estrella del glamour de Nueva York, ciudad en la que se reencontrará con su archienemigo, el terrorista interpretado por John Turturro, el Fantasma.

Lo realmente divertido viene cuando nos muestran al Zohan como el bicharraco de agente secreto que es, capaz tanto de nadar como un delfín al lado de una moto acuática como de hacer imposible que un solo pelo caiga al suelo de la peluquería en la que trabaja, lanzándose cual Casillas si es necesario para evitarlo. Además él, que ha recibido los entrenamientos más severos y no hace ascos a nada, no tiene reparos en agradecer a sus vetustas clientas su visita con un buen meneo y claro, se forman unas colas de viejas en la puerta del local que ni en una firma de autógrafos de Juan y Medio...

El Momentazo: La secuencia en la que tres taxistas neoyorquinos, enemigos del Zohan por su común procedencia euroasiática, llaman al servicio de atención al cliente de Hezbolá para informar de que el agente secreto aún vive es digna del humor absurdo de los Monty Phtyon o de los hermanos Coen, salvando las distancias, pero sencillamente genial.

viernes, 12 de septiembre de 2008

La decadencia de Nicolas

Revisión norteamericana de la peli tailandesa del mismo nombre, Bangkok Dangerous es una de los Partidos de los Martes que menos nos ha aportado, cinematográficamente hablando, y con la que más sangre vamos a hacer sobre su protagonista (y su estilismo), Nicolas Cage.

Cage, ganador de un Oscar, no lo olvidemos nunca, culmina su debacle como actor con este bodrio en el que interpreta a un asesino a sueldo que va a hacer su último trabajo en Bangkok -claro, si no se llamaría Torremolinos dangerous o Springfield dangerous-, ciudad en la que descubre el amor y la amistad tras años de soledad/manualidad mientras lleva a cabo sus encarguitos de matar.

Volviendo a Nicolas Cage... ay Nicolas, que pena de tí. ¿Como un tipo que se casca un peliculón como La Roca o dice aquello de "puedo pasarme horas comiendo una perita" (Cara a cara) cae tan bajo como para hacer mierdas como esta o la bazófica Ghost Rider? Y sobre todo, y más importante, ¿por qué, en lugar de seguir el ejemplo de dignidad de Bruce Willis y raparse, se presenta en pantalla con ese pelazo? Por muy largos que te dejes los pelos de la nuca, ESTAS CALVO, NICOLAS CAGE. Que se te ve el cartón, cojones. Acéptalo, colega, y deja de parecerte a una señora mayor, por lo que más quieras.

EL MOMENTAZO: Resulta conmovedor como Nicolás, loco por una alegría, intenta ligarse a una orientalita sorda (¡y farmacéutica!), llevándola a cenar, al piojito de Bangkok, conociendo a su familia... y asistiendo a sus danzas rituales en las que nos preguntamos cómo demonios sigue el ritmo, si no oye. ¿Hay algo más absurdo que llevar a una sorda a un concierto? Claro, y por su cumpleaños le regalas un ipod, no te jode...

La Venganza es un plato que se sirve a hostias

Por sorpresa y como los que no quieren la cosa, nos encontramos con Venganza con un auténtico partidazo digno de Liga de Campeones. Vuelve el género del atormentado y solitario héroe que reparte hostias como panes sin inmutarse, encarnado por un genial Liam Neeson (alias Qui-gon Jin, alias Oskar Schindler, alias Rob Roy, alias Darkman), que en este film da vida a un ex agente del gobierno americano que ha visto su vida familiar truncada por su vida laboral, una lástima.

En estas que su hija (Maggie Grace, haciendo de adolescente -con casi 30 años- en un papel que recuerda a las 'grandes interpretaciones' de Al salir de clase), una golfilla rubia que se va a Europa con una amiga más golfilla que ella, es secuestrada por una banda del Este europeo para hacer de ella una chica de alto standing (por decirlo finamente). A Neeson no le queda otra que viajar a París para rescatar a su hija mediante los únicos métodos que conoce... liándola.

En su periplo en tierras gabachas, Liam le coge el gustillo a eso de aplastar cabezas albano-kosovares y da una clase magistral de reparto de atragantás a domicilio mientras busca a su pánfila hija, que (atención SPOILERRR) consigue pasar los 93 minutos de metraje sin que le toquen una triste tetilla a pesar de haber sido secuestrada para meterla a puta...

EL MOMENTAZO: En plena búsqueda parisina, el bueno de Liam se topa con un gachó que al parecer puede tener información sobre el paradero de su hija y para persuadirlo a hablar le clava a lo bestia dos tornillacos en las piernas y lo conecta a la corriente eléctrica. Una vez obtenida la información, el Neeson se larga y lo deja allí, engrosando la factura de Endesa... Para que luego vaya vacilando de torturador el Sayid de Perdidos, ¡con dos cojones Liam!