viernes, 7 de marzo de 2008

30 días de mugre

Un pueblo de Alaska, un hacha, un puñado de vampiros y oscuridad es lo que ha necesitado David Slade para currarse la memorable 30 días de oscuridad, film que abría nuestro ciclo de cine cutre.

El sheriff del pueblucho (Josh Harnett), envuelto en una movida sentimentaloide con una ex policía del lugar (Melissa George) que, casualmente queda atrapada por accidente en el mismo, ha de emprenderla a hachazos con todo cristo debido a la invasión de una panda de vampiros como el colega de la foto, que no se sabe de dónde salen ni porqué, aunque sospechamos una ascendencia vasca, a tenor del extraño dialecto en el que se comunican.

Además del vampiuskera ese que hablaban, son memorables también los gritos que soltaban los bichardos estos, algo así como AAAAAAALLGGHH (Boooote!!!) pero con voz de pito, que tan buenos ratos nos han hecho pasar en nuestras tediosas mañanas. Ah, y no puede olvidarse como el 'casi-momentazo' la conversación del sheriff con su colega (al que no tendrá reparos en decapitar poco después) en plena estepa helada de Alaska a 15 bajo cero sin que salga ni un hilillo de vaho de sus bocas. Se ve que olvidaron los caramelos Halls...

Poco más que añadir a estos 113 minutos de sangre gratuita, salvo la curiosa afición del prota a largar hachazos a diestro y siniestro; ya sea al malvado líder de los vampiros, a una niña rubia de ocho años, o a su mejor amigo desde que era shiquitito.

EL MOMENTAZO:
Precisamente relacionada con esta afición a seccionar pescuezos ajenos, resulta llamativa la escena en la que uno de los amigos del sheriff, mordido por un vampiro en un ataque, desvela a los supervivientes que se está transformando en "uno de ellos", a lo que el sheriff Josh, responde, hacha en mano, con un movimiento de cabeza señalando una puerta que viene a decir algo así como: "tira pal cuarto, que te la voy a dar mortal".

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