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La historia, bien simple. Un par de frikazos se dedican a ir casa por casa en una modélica urbanización estadounidense de adineradas familias, que sufren el puteo constante de estos dos individuos con cara de niños buenos. Naomi Watts y Tim Roth (y Devon Gearhart, el niño) sufren en sus carnes los palos (de golf) de la extraña pareja que parece dominar todas las reglas del juego (incluso las del espacio-tiempo).
La película es un coñazo insoportable que sólo sale un poco de su letargo los 20 minutos que Naomi se tira en ropa interior dando saltitos por la casa aunque, eso sí, el perenne moquillo que le cae de la nariz le resta morbo al asunto... y más aún cuando, para cubrir su desnudez, se pertrecha con un chaleco de punto salido del armario del recordado tito Phil, de El Príncipe de Bel Air.
El momentazo: La dantesca imagen de Tim Roth (Abominación, el señor Naranja, el botones de Four Rooms...) pasándole el secador al móvil de su mujer, sentado en una silla de la cocina con la pierna derecha rota y una carita de 'Vaya tela de fin de semana' es, sin duda, el momentazo de esta película calificable, a todas luces, de bazófica.
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