jueves, 12 de junio de 2008

Catetos en la niebla



Después de varias decepciones consecutivas, llegamos una soleada tarde al multicines del Bahía de Cádiz dispuestos a comprobar si La Niebla sería capaz de sacarnos de nuestra crisis. El cabrón del taquillero a punto estuvo de dar al traste con nuestras ilusiones, no queriendo darnos entradas porque llegamos dos minutos tarde... pero por fortuna estamos tan desequilibrados como para largarnos hasta El Puerto, jugarnos unos bolos, jamarnos un Kebab y ver allí la peli. Te jodes, comesueños, mamonazo. Arderás en el infierno.

Bueno, vamos al lío. La peli, grandiosa, cuenta la historia de un pequeño pueblecito que se ve rodeado por una extraña niebla que se carga a todo el que se adentre en ella. Un grupo de catetos y un par de individuos de la gran ciudad se quedan encerrados en un supermercado y deben hacer frente a los bichillos que van asomando de entre la bruma, además de a la pesada de la loca del pueblo, que poco a poco va rallando y ganando adeptos con la mierda del apocalípsis y el fin del mundo, en plan Fernando Arrabal.

El protagonista (Tom Jane), que llega a la tienda con su niño llorica, pasa totalmente inadvertido ante el gran elenco de secundarios que pululan por el súper, a saber:

- El dependiente frikazo, un máquina que siempre tiene la frase oportuna y todo lo hace bien. Cada intervención suya invita al aplauso.
- La loca religiosa, no veas el calor que da con la mierda del fin del mundo. Cansiiiina.
- Los dos catetos, uno con la cara y la voz de Cletus el de los Simpsons y el otro que pasa de chulito a supercreyente en lo que se descongelan las croquetas de pollo en el supermercado.
- El niñato reponedor (conocido por su papel de Shermineitor en American Pie), primera víctima de la niebla.
- El vecino del protagonista, que no se cree que haya bichos en la niebla ni cuando le pegan bocaítos en los güebos y se pasa el día crispando, seguramente porque es negro y abogado y se siente mal visto por la sociedad pueblerina.
- El motero, que tiene una frase na más pero te descojonas con él.
- La rubia guarrona que se quiere pinchar al protagonista, asumiendo que la niebla ya se habrá pasado por la piedra a su mujer...
- El militar moñaza, que tiene la posibilidad de pincharse al pibón de dependienta pero incomprensiblemente se echa atrás (vamos, que será maricón).
- La vieja artista (en un papel que hubiera bordado la madre de Las chicas de oro), protagonista del gran momentazo de la peli.

EL MOMENTAZO:
Podríamos seleccionar como momentazo cada intervención del dependiente cabezatarro, pero sin duda lo que más nos marcó fue cuando un grupito de valientes se atrevió a salir para buscar medicinas en una farmacia cercana y al llegar uno de ellos pregunta que dónde pueden estar. Ahí aparece la vieja, con su candil dieciochesco, y suelta con un tono de lo más curioso "estarán ahííí, en el cubííículo". Mu grande.

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