viernes, 12 de septiembre de 2008

La Venganza es un plato que se sirve a hostias

Por sorpresa y como los que no quieren la cosa, nos encontramos con Venganza con un auténtico partidazo digno de Liga de Campeones. Vuelve el género del atormentado y solitario héroe que reparte hostias como panes sin inmutarse, encarnado por un genial Liam Neeson (alias Qui-gon Jin, alias Oskar Schindler, alias Rob Roy, alias Darkman), que en este film da vida a un ex agente del gobierno americano que ha visto su vida familiar truncada por su vida laboral, una lástima.

En estas que su hija (Maggie Grace, haciendo de adolescente -con casi 30 años- en un papel que recuerda a las 'grandes interpretaciones' de Al salir de clase), una golfilla rubia que se va a Europa con una amiga más golfilla que ella, es secuestrada por una banda del Este europeo para hacer de ella una chica de alto standing (por decirlo finamente). A Neeson no le queda otra que viajar a París para rescatar a su hija mediante los únicos métodos que conoce... liándola.

En su periplo en tierras gabachas, Liam le coge el gustillo a eso de aplastar cabezas albano-kosovares y da una clase magistral de reparto de atragantás a domicilio mientras busca a su pánfila hija, que (atención SPOILERRR) consigue pasar los 93 minutos de metraje sin que le toquen una triste tetilla a pesar de haber sido secuestrada para meterla a puta...

EL MOMENTAZO: En plena búsqueda parisina, el bueno de Liam se topa con un gachó que al parecer puede tener información sobre el paradero de su hija y para persuadirlo a hablar le clava a lo bestia dos tornillacos en las piernas y lo conecta a la corriente eléctrica. Una vez obtenida la información, el Neeson se larga y lo deja allí, engrosando la factura de Endesa... Para que luego vaya vacilando de torturador el Sayid de Perdidos, ¡con dos cojones Liam!

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