martes, 19 de mayo de 2009

A ver si nos cortamos las uñitas...

La factoría Marvel patrocinaba el último Partido de los Martes, que no fue otro que X-Men Orígenes: Lobezno. Lobezno, vamos. La que viene a ser la complicada historia de uno de los mejores personajes de la patrulla X (el más chulo y el más sobrado, desde luego), desde el descubrimiento de sus poderes cuando era aún un niño a cómo la perra vida le lleva a dejarse manipular geneticamente para poder llevar a cabo su venganza sobre aquellos que le han puteado.

Y los que más le han puteado no son otros que su propio hermano (secreto) Victor, alias Dientes de Sable, y el general Stryker, además de un puñado de mutantes sin carisma integrantes del escuadrón de la muerte nicaragüense que se monta el tal Stryker para hacer misioncitas por ahí. Todos los ingredientes, por tanto, apuntaban a una gran orgía de arañazos y poderes varios, pero el ritmo de la película se ve interrumpido por el Pasión de mutaciones que se monta el Logan (pelazo de actor de telenovelas incluído) con su piba, que más que a lobezna tira para zorra directamente. Aún así, no faltan peleas, explosiones y poderes varios, claro. Pero Lobezno no llega, ni de lejos, al nivel friki-fiel y entretenido de las otras X-Men, pero ni de coña.

Obviando alguna que otra patada al comic original, con la intención de llevar al extremo la historia de la película nos encontramos con que la misteriosa isla donde el ejército encierra a los mutantes, y a dónde sólo sabe llegar Gambito, en avioneta y entre una espesa bruma resulta estar conectada con tierra firme por una autovía de cuatro carriles para cada sentido por la cual llegan los bomberos del término municipal más cercano en los momentos finales de la peli. Hombre, un poquito de por favor... (Aportación, esta última, de MBA)

EL MOMENTAZO: Lobezno y Gambito se enfrascan en una espectacular pelea: tras mandar al chaval lejos de una hostia, Logan descubre que su archienemigo/hermano Víctor anda por allí y todo su interés ya se centra en él; así que cuando Gambito regresa, clamando venganza, Lobezno, que ya no tiene el chichi pa farolillos, se limita a dejarlo seco de un revés sin tan siquiera volverse. Chaval, que están jugando los mayores...

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