jueves, 24 de septiembre de 2009

El demonio no entiende de hipotecas

El Partido de los Martes regresa a los 80 de la mano de Sam Raimi. El creador de la trilogía Evil dead, que formaban Posesión Infernal, Terroríficamente muertos El Ejército de las Tinieblas, nos lleva hacia las profundidades del gore cutre de la época con Arrástrame al infierno, una película de planteamiento interesante, desarrollo surrealista y final sorprendente.

Una joven auxiliar de banca es maldecida por una gitana chunguísima al denegarle un nuevo aplazamiento en su hipoteca, por lo que la chavala debe librarse de la maldición con la ayuda de secundarios de lujo al tiempo que sobrevive a la vida cotidiana –una cena con los futuros suegros, por ejemplo- sufriendo los ‘ataques’ de la lamia, el demonio que la putea de forma indescriptible.

El toque de Raimi -del bueno, el de Evil dead y no el de esa mariconada llamada Spiderman 3- se hace notar y hay momentos en los que parece que va a salir de algún lado Bruce Campbell con su motosierra en la mano y todo. Más que a base de casquería Raimi llama la atención con escenas tan hilarantes como desagradables, obligando a la pobre protagonista a bañarse en fluidos corporales nada divertidos... y es que la tía, aparte del mal de ojo, es torpe de cojones...todo en un tono nada serio, de cachondeo por cachondeo, como debe ser. Ya se echaba de menos en una peli de este estilo...

Arrástrame al infierno es también una película de detalles en segundo plano que nos han hecho reparar en una máquina de agua en el salón de la protagonista; algo tan absurdo que hemos tenido que destacarlo. Además tiene momentos muy Scary movie -pero con arte- como la paliza que el lamia le da a la piba en su cuarto (tras la cual ella se levanta como si la hubieran centrifugado en una lavadora, pero sin un rasguño) o las conversaciones con el gurú espiritual, que tiene toda la cara de Alfonso Arús (con pelo y perilla, eso sí).

EL MOMENTAZO: Sin duda, rozando la épica, el brote de ira del malvado demonio atrapado en el cuerpo de un carnero durante su exorcismo es el éxtasis de la película. "¡Me has engañado, ¡zorra de mierda!" y "¡Serás puta!" son las dos lindezas que el cabrito, porque no tiene otro nombre, le suelta a la protagonista en pleno apogeo.