domingo, 9 de agosto de 2009

Mierda enlatada

La secuela de las aventuras de Optimus Prime y sus colegas dejó bastante que desear, en la que fue la última sesión de El Partido de los Martes antes del mini parón veraniego.Un despliegue de efectos visuales que se queda cortito, a pesar de la irrupción en escena de Devastador y un gran puñado de escenas cómicas que, si ya en la primera película cantaban un poco, en esta directamente son para echarlas a arder para acortar un poco el excesivo metraje del filme.

Después de una primera hora más o menos pasable, la peli cae en picado en cuanto al Michael Bay le da por hacerse el gracioso inventándose robots chuflas. Si en la primera parte ya había uno que meaba, aquí está el que llora, el que sufre demencia senil (con su bastón y su barba metálica, lamentable) y hasta el que lleva los huevos colganderos. De pena...

No vamos, sin embargo, a castigar con dureza la tendencia al despropósito en esta saga porque, a fin de cuentas, cada una de las películas de la misma es una excusa para ver en pantalla grande a Megan Fox, la perraca que ha irrumpido con gran fuerza en nuestros... corazones, opositando con seriedad a ser incluidad en nuestro catálogo de musas.

EL MOMENTAZO: Nos tienta elegir como momentazo las carreritas por el desierto de Megan Fox(boing, boing!) por su aportación dramática a la trama... pero en lugar de eso nos quedamos con la primera escena de acción en la que autobots y soldados (que ahora son supercolegas) dan caza a un decepticon destruyendo media ciudad por el camino. Y manda cojones que en un peli que va de eso, de robots gigantes reventándose a hostias, la primera escena (ni diez minutos de las dos horacas y media que dura) sea lo único salvable...

viernes, 7 de agosto de 2009

Anda, dedícate a cantar...

Este nuevo Partido de los Martes, aunque parezca mentira, ha servido para algo. Obsesionada no hace sino reforzar nuestra opinión de que Beyoncè debe centrarse en cuerpo y alma, sobre todo en cuerpo, a su carrera musical. La historia de la película parece sacada de la parrilla de programación de Antena 3 de un sábado por la tarde: Beyoncè y su marido, un negraco con traje (¿porqué cuando vemos a un afroamericano bien vestido pensamos siempre en Foreman?) bien posicionado en el mundo de los negocios acaban de tener un precioso retoño sin rima al tiempo que en la oficina de él entra como sustituta una nueva secretaria, Ali Larter, que es un gran zorrón paranoico que acosará al colega hasta extremos insospechados.

La secretaria se monta una película mental de cojones y lo deja todo bien atadito para dejar al pobre muchacho de guarro, cuando un tío menos sátiro no lo hay... En medio de la pelea de gatas, el pobre Idris Elba (el negro en cuestión), cuyo papel no pasa del de auténtico hombre-florero (un rol que habitualmente corresponde a un pibón en el cine: ahí, rompiendo con los tópicos), cuya única misión es poner carita de preocupación y mostrar lo bien que le queda el traje...

EL MOMENTAZO: Beyoncé se las pega de tía guay y de madraza, pero en cuanto la rubia le toca al maromo le sale la tía chunga que lleva dentro y no deja títere con cabeza. En pleno intercambio de guantás con la secretaria, mami Beyoncé no muestra ni un ápice de piedad con la que intenta levantarle a su hombre y cuando ésta intenta escapar reptando ridículamente la engancha por el pie al grito de "¡trae aquí tu culo blanco, zorra!" para patearla a gusto. Mucha clase y mucho glamour, pero anda que tarda en aflorarle la anganga que vive en ella...